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EL PODER PARTE GENERAL ©
Luis DALLANEGRA PEDRAZA
INTRODUCCION El poder es la “variable crítica”, ya que es el factor instrumental indispensable para el logro de los objetivos. Sin el poder, o un paliativo, como por ejemplo las alianzas maximizadoras, o las estrategias -procesos integrativos en el primer caso 14, Grupo OPEP como un ejemplo de ambos casos- resulta imposible lograr los objetivos deseados, o resistirse a las conductas impositivas de otros que disponen de mayor poder. Gráfico 2 Además, la inserción mundial que un Estado o actor no estatal alcancen -no sólo como ubicación en el marco mundial, sino también como capacidad para generar o modificar reglas-, depende de la capacidad de poder de que dispongan. Para comprender la forma en que operan las relaciones de poder, debe considerarse que los sistemas -en este caso el sistema mundial- son definidos por su estructura 15 o “configuración de poder vigente”; lo que significa que si hay un “subsistema dominante” en el “tope” -o actor polar 16- se trata de un sistema unipolar, si hay dos, bipolar y si hay más de cuatro 17, multipolar 18. En este sentido, la estructura tiene un componente de relacionamiento “horizontal” que tiene que ver con las relaciones Polo-Polo y un componente de relacionamiento “vertical” que comprende las relaciones Polos-miembros del ámbito hegemónico y miembros hegemonizables 19. De esta manera la estructura sería la configuración de poder -entre los actores polares, componente “horizontal”- y de dominación 20 vigente por parte de los actores polares -hacia “abajo”, componente “vertical”-, y de reacción y resistencia por parte de los miembros hegemonizados/hegemonizables 21 -hacia “arriba”, componente “vertical”-. Pero además, existe una “correlación” 22 entre la forma en que están determinadas las relaciones horizontales y las relaciones verticales de poder; lo que puede generar distintos “estados” en el sistema, como por ejemplo, en el caso del sistema bipolar que existió entre 1947 y 1991: guerra fría, coexistencia pacífica -componente “horizontal”-, bipolar rígido, bipolar flexible -componente “vertical”-, etc. Si digo guerra fría o coexistencia pacífica estoy haciendo referencia al grado de entendimiento/desentendimiento entre los actores polares. Si digo “bipolarismo rígido” o “bipolarismo flexible”, estoy haciendo referencia al grado de “permisividad” -mínimo en el primer caso, mayor en el segundo- de los actores polares respecto de los miembros de sus ámbitos hegemónicos 23 y, como consecuencia, al grado de capacidad de adoptar conductas independientes desde “abajo”. La “correlación” se explica en términos de: Caso Guerra Fría/Bipolarismo Rígido: Porque hay un alto grado de desentendimiento entre los actores polares, hay un bajo grado de permisividad -o un alto grado de rigidez- de los actores polares respecto de los miembros de sus ámbitos hegemónicos. Se entiende que hay un alto grado de “desconfianza” por parte de los actores polares en relación a las “conductas independientes” de sus miembros hegemonizados, en el sentido de que puedan poner en tela de juicio sus intereses de seguridad, favoreciendo el “avance” del “otro actor polar” sobre su bloque. Los casos Cuba (1961), en el marco del bloque occidental y Hungría (1956) y (1958) en el marco del bloque oriental, son un buen ejemplo de lo dicho. Pese a la no coincidencia en las etapas que he dividido, también entrarían en este concepto el caso República Dominicana (1965) en el bloque occidental y el caso Checoeslovaquia (1968). Caso Coexistencia Pacífica/Bipolarismo Flexible: Porque existen entendimientos “puntuales” entre los actores polares y además, una mayor capacidad de presión por parte de los miembros hegemonizados/hegemonizables 24 es que las conductas de los actores polares hacia “abajo” son más flexibles, y entre sí, tratan de acercarse -teléfono rojo por ej. para consultarse sobre situaciones de crisis global- para no perder terreno y manejo de la situación, que cada vez se hace más compleja 25. Gráfico 3 Si la configuración de poder en el “tope” del sistema es bipolar, es muy probable que haya una pugna permanente entre los actores polares por el establecimiento de pautas globales de orden, y que recurran a la ideología -modelo guerra fría- como instrumento para imponerse uno sobre el otro. Esto, provocará que el “orden global” se base más en “desentendimientos polares” 26 que en reglas “mútuamente impuestas o acordadas”. Cuanto mayor es el desentendimiento -modelo guerra fría- entre los actores polares, menor será la conducta “permisiva” de cada uno de estos hacia los miembros de sus ámbitos hegemónicos 27. En otros términos, las conductas de resistencia -desde abajo- tendrán límites muy estrechos -líneas de borde o control intra-hegemónico- dentro de los que podrán operar, antes que el sistema -léase quienes lo conducen- reaccione -proceso homeostático o reequilibrador de las anteriores condiciones del sistema- tratando de evitar que la resistencia se lleve a cabo o los que se resisten consigan su objetivo, utilizando mecanismos como, intervención directa, bloqueo económico-comercial, o favoreciendo a otras facciones políticas o militares internas que harán un golpe de Estado, o mecanismos más sutiles como la “democracia controlada”, de manera tal de revertir todo el proceso. Pero, si la configuración de poder en el “tope” del sistema es multipolar, el relacionamiento entre los actores polares será más de “competencia” -como la “pentarquía” europea en el siglo XIX o las tendencias en la “Tríada” actualmente- que de búsqueda de “destrucción mutua” -modelo guerra fría- 28. Esto da un mayor margen de maniobra a los miembros no polares y “hegemonizables” del sistema, como para resistirse frente a las aspiraciones de los polares. Por ello, es fundamental tener en cuenta que el modelo de “estructura del sistema multipolar” no se corresponde con el bipolar, en cuanto al tipo de relaciones Polo-Polo ni a la de éstos con los miembros hegemonizados/hegemonizables. El factor central que los diferencia es que, en el bipolarismo, la ideología es el “factor catalisador” del sistema de relaciones, debido a que no hay “consenso global ideológico”, sino “ideologías en pugna”. En otros términos, todo se explica a partir de la ideología que sostiene cada cabeza de bloque. “O estás conmigo, o estás contra mí”. Casos Cuba (1961) -bloque occidental- o Hungría (1956-58) o Checoeslovaquia (1968) -bloque oriental-. En cambio, en el sistema multipolar, la ideología -que existe, aunque puede ser diferente a la que existía, o una que estaba latente y por distintos motivos se hace manifiesta- cumple un rol secundario en el sistema de relaciones; no es un factor “catalisador”. Además, la ideología es “englobante”, no es una alternativa en “pugna” frente a otra ideología como en el sistema bipolar. Por ello, las relaciones polo-polo se definen en términos de “competencia” y no de destrucción mutua; y pese a que los intereses de dominación existen en un sistema u otro, la manera de “control” de los hegemonizados responde a pautas diferentes. Gráfico 4 Esto significa que, actualmente, con vistas al futuro orden, tal como se perfila en sus tendencias; las posibilidades de los países “periféricos”, como los latinoamericanos, son mucho mayores que durante el período del sistema bipolar; por lo que sería necio el buscar “cristalizar” el vínculo de dependencia con un actor polar -léase EUA, que debe resolver primero (y eso hará) sus problemas-, cuando lo que se puede hacer es tener vínculos dependientes diversos, con vistas a procurar una mayor autonomía, en el mediano o largo plazo -a diferencia del sistema bipolar, en el que o se está de un lado o del otro de la pugna ideológica-. CARACTERISTICAS DEL PODER Independientemente de que la configuración del sistema mundial, sea la resultante del vínculo del eje político con el eje estratégico-militar, o del eje político con el eje económico 29, siempre se dan relaciones de poder, diferenciándose -en el contexto mundial- sólo por el predominio e intervención de factores predominantemente ideológicos -modelo guerra fría- o predominantemente políticos 30 en estas relaciones. En un sistema nacional, los gobiernos tienen el uso legítimo de la fuerza, evitando así el uso privado -particular- de la fuerza y de esa manera las personas no necesitan prepararse para defenderse. Por lo tanto este sistema no puede ser calificado de auto-ayuda 31. El sistema internacional por el hecho de carecer de un gobierno central, sí es de auto-ayuda. En un sistema de auto-ayuda las unidades utilizan sus esfuerzos para protegerse de las otras 32. El poder es un término multívoco, que no puede ser conceptualizado de una única manera; que presume la relación de mando y obediencia, pero también de desobediencia, lo que puede conllevar la resistencia. La obediencia se puede dar frente a una imposición material, por temor a la coacción, por carisma, por consentimiento. Los métodos de coacción en el mando son tanto explícitos como implícitos. Pero también existe la “desobediencia”. Esta se da cuando no se siguen las reglas vigentes o no se obedece a quien establece o está encargado de mantener las reglas. La desobediencia surge de un estado de disconformismo, derivando en una conducta de resistencia cuando existe la sensación de que la situación es intolerable, que se pierde lo que se tiene o que no se alcanza lo mínimo deseable y aceptable y que, de acuerdo a las reglas vigentes y/o de quienes las establecen o mantienen, las cosas no van a cambiar favorablemente, salvo resistiéndose. La realidad en las relaciones sociales, muestra una permanente dinámica -tanto la actual como la histórica-, en la que se dan relaciones de mando y obediencia, pero también de desobediencia y de resistencia. Esta es la manera natural en que se conducen las relaciones. Es tan natural que hayan relaciones de mando y obediencia, como de resistencia 33. El conflicto es algo natural 34 de la misma manera que la cooperación; dos caras de una misma moneda. Además, un sistema no se “explica” por lo que ocurre en su “tope” -que es lo más visible y aparente- sino por su dinámica total 35. Si no hubiera una dinámica en las relaciones sociales 36 siempre estarían en el “tope” del sistema los mismos actores y los periféricos estarían “condenados” a la condición de tales. No obstante es evidente que muchos imperios han nacido y también han decaido y muchos Estados que antes no eran poderosos, pasaron a la condición de potencia relevante e incluso de superpotencia 37. La resistencia presume estados o situaciones límite. No obstante, en gran cantidad de casos, la resistencia está latente, no se manifiesta en una acción por falta de organicidad o de posibilidad. Letonia, Estonia o Lituania, frente a la URSS poco y nada podían hacer. Su “liberación” como Estados resultó no de su resistencia sino de la desintegración de la URSS por otros motivos, aunque la resistencia en estas naciones estuviera latente. Por otra parte, las nacionalidades que terminaron desintegrando al Estado yugoeslavo y se encuentran enfrascadas en una guerra civil, provocaron una resistencia al estado de cosas, pero su grado de organicidad es prácticamente inexistente. En cambio, en el caso de la Revolución Francesa de 1789, hubo un desarrollo intelectual que favoreció y alimentó la Revolución. Gráfico 5![]() No obstante, es muy importante conocer cuáles son las características de funcionamiento del sistema, para poder deducir -cada gobierno al establecer los objetivos y las estrategias de política exterior debe hacerlo- cuáles son los “límites” -normas transformantes o líneas de “borde” o de control intra-hegemónico- dentro de los que se puede operar libremente, en el interior de un sistema -bipolar, multipolar- con determinadas características, sin que el sistema -léase quienes lo comandan- reaccione, impidiendo que se logre ese objetivo a través de diferentes medios, que pueden ir desde el bloqueo hasta la intervención directa 38. PODER MATERIAL Y PODER POLITICO Hay que hacer una clara diferenciación entre el poder en términos “materiales” y en términos “políticos”. El poder -en términos “materiales”- es el desarrollado a través de los factores económicos o del desempeño militar. El poder -en términos políticos- es el resultado de una “influencia psicológica” que un actor o actores ejercen sobre otro u otros. O dicho en otros términos, la conformación de los actos de uno o más actores, a los deseos de quien dispone y aplica su poder 39. Ha habido una tendencia permanente -que incluso se le atribuye a Hans Morgenthau de manera totalmente equivocada, ya que pareciera que los autores que lo critican, como Raymond Aron o Keohane o Nye no hubieran leido lo escrito por Morgenthau- a reducir el poder político a la aplicación de la fuerza, o al menos a considerarlo igual a las amenazas hechas con éxito 40. Los aspectos psicológicos del poder tienen que ver con que, tanto las personas, como las “agrupaciones sociales” -los Estados-Nación hoy, los feudos en su oportunidad, etc., así como las relaciones entre los grupos sociales- se relacionan naturalmente y pretenden de los demás, conductas o resultados que los favorezcan en sus intereses, haciendo uso de la “influencia psicológica”, y no a través de la “imposición material”, que procede -en el terreno militar-, toda vez que fracasa aquella. Las relaciones sociales, en lo cotidiano, se basan en mutuas influencias y coincidencias, no en conductas materialmente contundentes. Toda vez que una persona desea algo de otra, un Estado de otro, no lo hace a los golpes o declarando guerras, sino utilizando su “influencia”, sea ésta el carisma, la condición de indispensable, o la sensación psicológica de que, si no es satisfecha, los costos pueden ser mayores que los beneficios. Las acción material procede, cuando hay una impotencia de lograr los objetivos por medio de la influencia 41. Desde ya que, sea por influencia o por imposición, se procura obtener un beneficio material, generalmente económico. La funcionalidad 42 del sistema mundial depende del tipo de orden vigente el que, a su vez, depende de las características que tiene el sistema 43. En un sistema bipolar, en el que el grado de “desentendimiento” entre los actores polares es muy alto -epicentro de la guerra fría-, las posibilidades de los miembros hegemonizados de llevar a cabo sus objetivos en el marco de cada bloque, son ínfimas, sin que cada actor polar reaccione y aplique algún tipo de sanción al miembro rebelde, presumiendo que corre peligro su seguridad o sus intereses económicos o los de sus aliados 44. En el contexto de la coexistencia pacífica, que implica un mínimo de entendimiento en determinados aspectos puntuales por parte de los actores polares de un sistema bipolar, es más probable que los miembros hegemonizados tengan un mayor margen de acción para el logro de su objetivos. En un sistema multipolar en el que, la pugna ideológica no es el factor central de relacionamiento, las posibilidades de los miembros periféricos para llevar a cabo sus objetivos, aumentan considerablemente. Todas estas características son fundamentales para establecer las bases de un proyecto de país y los objetivos de relacionamiento a nivel mundial. Es importante conocer el margen de acción máximo, sin que haya sanción; los aliados con los que se cuenta y también quiénes disputan nuestros mismos objetivos. Si bien las necesidades básicas son las mismas a lo largo de todas las épocas: necesidades materiales -comida, vivienda, vestido, etc.-, de seguridad, de organización; los factores y elementos que componen esas necesidades en cada época varían 45. Gráfico 6![]() El desarrollo tecnológico, la evolución cultural, la educación, son factores de cambio, aunque esencialmente las relaciones sociales siguen siendo de cooperación y conflicto 46. Mientras estuvo vigente el sistema multipolar (1815-1914), el poder como “variable crítica” 47 se centró en el control de los espacios geo-económicos periféricos (colonización y neo-colonización) con el fin de tener materia prima para la Revolución Industrial, mano de obra esclava o barata y dominar áreas estratégicas. Además, se utilizó para controlar los mares, con el objeto de controlar las rutas comerciales y los mercados. El poder económico creció apoyado -logísticamente- por el poder estratégico-militar. El “paradigma” central era la “Revolución Industrial”. Por el contrario, en el sistema mundial bipolar, vigente entre 1945/47 48 y 1985/89/91 49, el poder como variable crítica tuvo como objetivo central, la seguridad de las grandes potencias y el control ideológico de los subordinados, en la pugna Este-Oeste. El desarrollo económico, se orientó a apuntalar y darle ventaja comparativa y competitiva, en el terreno estratégico-militar, a cada una de las dos grandes potencias frente a la otra, en su pugna por la supremacía, particularmente mediante el desarrollo tecnológico misilístico y espacial, y el de las grandes computadoras. La economía estuvo prácticamente al servicio del objetivo de cada una de las superpotencias, gastándose cifras inimaginables 50 en desarrollar tecnologías militares de defensa y destrucción mútua. El “paradigma” que imperó estuvo centrado en la problemática de seguridad basada en la pugna ideológica Este-Oeste. La decadencia del sistema bipolar se debe a causas múltiples, que podrían remontarse a principios de la década de los ‘70, con la declaración de la inconvertibilidad del dólar en oro por el presidente Nixon en 1971 -poniendo en tela de juicio los acuerdos de Bretton Woods de 1944-, siguiendo con el impacto provocado por la OPEP en 1973 y un segundo impacto en 1979, acompañados por el inicio del “desplazamiento” del eje económico hacia la región del “Pacífico” 51 -particularmente Japón y los Nic’s asiáticos 52-, lo que se fue consolidando en los '80. La crisis de la deuda iniciada en 1982, terminó de completar el cuadro, saliendo al ruedo las transnacionales, especialmente las financieras, como actor relevante 53. Entretanto, los líderes de las dos superpotencias seguían concentrados en su pugna estratégico-militar, gastando más de lo que sus economías podían resistir 54. Esto debe analizarse complementariamente, con el “recalentamiento” de las economías de una y otra superpotencia, concentradas en el desarrollo de tecnología y producción de armamentos y en la carrera espacial; recalentamiento que se profundizó con el inicio de la denominada “segunda guerra fría” provocada por Reagan hacia fines de los ‘70 -reviviendo la Doctrina Truman-, en la creencia de que el futuro del mundo seguía girando alrededor del conflicto ideológico Este-Oeste, y lo económico era una variable manejable. El obnubilamiento de ambas dirigencias respecto de lo que estaba pasando en el resto del mundo -Asia y Europa-, particularmente en el terreno económico, y la obcecación en la pugna estratégico-militar, ha sido el principal desencadenante del declinio del bipolarismo. El sello final lo puso la Perestroika y el Glasnost de Gorbachov, que en vez de modificar la inserción y el relacionamiento de la URSS en el mundo, derivó en su desintegración, aprovechada en beneficio de su propio poder por Yeltsin. La decadencia del bipolarismo, muestra la desintegración de la URSS como actor -aunque queda el interrogante de qué pasará en el mediano y largo plazo con Rusia-; la decadencia de EUA, al menos como actor que tiene el monopolio del poder mundial 55, y la emergencia de nuevas potencias de rango mundial, como Japón y Alemania. En el sistema internacional que emerja de la resultante del proceso de “polarización” 56 que se viene dando, el eje del poder, pasa por el control de los procesos científico-tecnológicos. No cabe duda que la materia prima más importante hacia el futuro es la “materia gris”. El saber, el conocimiento 57 es el factor más importante, aún más que los productos industriales 58. El saber aplicado a la “gestión” 59 es la nueva forma de utilización del conocimiento. El “paradigma” hacia el que se orienta el nuevo sistema gira alrededor del segmento “científico-tecnológico”. Este sistema girará alrededor de nuevas situaciones que ya están emergiendo y lo están condicionando. Entre otros temas están: i. La convivencia entre un proceso de globalización, de frangmentación y, entremedio, la regionalización; ii. La reestructuración del Estado, con un mayor rol de las ONG’s; iii. Un proceso creciente de transnacionalización de las relaciones mundiales; iv. Una mayor vigencia de los derechos humanos, debido fundamentalmente al rol de las ONG’s, más que al Estado; v. Continuidad y profundización del conflicto Norte-Sur; vi. Disminución de la capacidad reguladora de los organismos internacionales, entretanto el nuevo régimen y orden mundial no alcancen vigencia real; vii. Un proceso de expansión demográfica y de migraciones que generarán conflictos entre el Norte y el Sur; viii. Una creciente importancia de lo ecológico y el medio ambiente, merced, especialmente a las ONG’s, más que a los Estados; generándose obligaciones para estos, de manera transnacional; ix. Creciente desempleo con crisis social, tanto en el mundo industrializado, como en el “Sur”; x. Transformación radical de valores y creencias a nivel mundial. PODER Y CAPACIDAD El poder, implica dominio, preponderancia; la capacidad, una facultad, una habilidad. El poder es una cuestión relativa -se mide en relación con otros-, la capacidad no. EUA y la URSS estuvieron balanceados aproximadamente en sus capacidades durante todo el período que fue del '45 a los '80. Mientras este balance se mantuvo, el poder de cada uno respecto del otro fue prácticamente nulo, pese a que las capacidades eran suficientes como para hacer desaparecer al otro varias veces. Las mayores capacidades, no necesariamente implican un mayor poder. En algunos casos puede darse una correlación invertida entre poder y capacidad. La debilidad en la capacidad en un país pequeño, puede transformarse en un elemento de fuerza contra el país poderoso. El caso de la crisis de los rehenes de Irán es un ejemplo, en el que el Ayatolah Kohmeini, mantuvo prácticamente en jaque al gobierno norteamericano de Carter durante un año -modificación de las “relaciones verticales” de poder, maximizando las “líneas de control intra-hegemónico” o “normas transformantes”-, a tal punto que a éste le costó la posibilidad de la reelección y al partido Demócrata el continuar en el poder 60. La posesión de recursos naturales como elemento “tangible” de poder en términos de capacidad, no necesariamente es un determinante del poder. Muchos países que carecen de recursos naturales, como Japón, por ejemplo, pudieron paliar esta carencia a través del desarrollo tecnológico. Por otra parte, mientras los Estados árabes y otros africanos y latinoamericanos, fueron incapaces de coordinar sus políticas petroleras hacia el mundo industrializado, sus abundantes reservas de este recurso natural -que, además, no manejaban, sino las empresas extranjeras que lo explotaban- no significaron tener un poder. A partir de 1973, merced a una actitud coordinada, provocaron un embargo petrolero que les dio, repentinamente, un poder imponente en el escenario mundial -modificación de las “relaciones verticales” de poder, alterando incluso las “reglas” en la estructura-, a tal punto que provocaron una gran crisis en el mundo industrializado y el inicio de una revolución tecnológica, particularmente en el terreno de lo energético. Cómo utilizaron o dispusieron de este poder -en este caso particular-, los países miembros de la OPEP 61, ya es otro tema de discusión, en el que tiene que ver cómo administran el poder para alcanzar una mayor autonomía de desempeño internacional, que no sea temporal y provisoria, como la que en última instancia tuvieron. No hubo clara conciencia de que el “impacto” provocado por la OPEP, produjo un cambio importante, generando una nueva “distribución” -difusión- del poder económico mundial, volviendo “vulnerable” al sistema económico del mundo industrializado 62. No sólo no hubo clara conciencia del poder de que se disponía, sino que además, el mundo industrializado pudo recuperarse en menos de una década desasrrollando tecnologías energéticas alternativas, aunque se detonó otra crisis a partir de 1982: la de la deuda, que inmediatemente supieron relanzarla hacia el tercer mundo 63 para que éste se hiciera cargo. En esto, desde ya, juega un papel muy importante la naturaleza del gobierno de los países. Tiene que ver con la toma de conciencia de su dependencia; con saber cuáles son las ventajas comparativas de las que se dispone o podría disponerse en el mediano y/o largo plazo; con el conocimiento de cuáles son las verdaderas condiciones internacionales imperantes y dónde está realmente inserto su país y, por supuesto, con un proyecto 64 de país. Los gobiernos, independientemente de que sean democráticos o dictatoriales -y de las bondades o desastres que conllevan- si carecen de “direccionalidad” de nada sirven para potenciar al país. No tiene ningún valor un gobierno que desprecia sus propios potenciales científico-tecnológicos, o que se vanagloria de sus recursos naturales, pero no los procesa o industrializa. También tiene que ver el “carácter nacional” o, en otros términos, la predisposición de una Nación -no de un gobierno en particular- a realizarse y alcanzar objetivos de desarrollo y de mejor inserción internacional 65. Lo dicho, nada tiene que ver con el nacionalismo. No obstante ello, el nacionalismo, como imagen de un pasado y un futuro, puede ser el “motor” para que una Nación retome su destino, desvinculándola del Estado que la oprimió más que satisfacerla en sus necesidades y aspiraciones. Ejemplo de ello, son Estonia, Letonia y Lituania en relación a la URSS. Las diferentes nacionalidades subordinadas al Estado yugoeslavo, que de una manera pacífica o traumática replantean su futuro destruyendo un Estado y recreando (o no) uno (o varios diferentes) nuevo. RELACION ENTRE PODER E IDEOLOGÍA La relación entre el poder y la ideología es compleja y multifacética: a) La creencia en la “verdad” de una ideología puede precipitar su realización y convertirse en factor de poder. Por ejemplo, la convicción ideológica de la mayoría de los comunistas de que la victoria del comunismo estaba prescripta en la historia, aumentó en forma considerable el poder de la URSS y de China comunista. b) En segundo lugar, la ideología puede asumir su propia autoridad, precisamente sus adeptos están convencidos de su validez metafísica. La ideología tiene la peculiar función de “justificar el poder transformándolo en autoridad” 66. La ideología encubre la expansión imperialista; pero también sostiene el comportamiento de resistencia 67 frente a las conductas expansivas o impositivas de los dominantes 68. Teóricamente ideología y poder se refuerzan mútuamente. Mientras la idea y la realidad tiendan a converger, la ideología permanecerá como un vasto manantial de poder. Quien no está con la ideología vigente, no sólo es “antisistémico” sino que, al pretender actuar contra ella, se transforma en un “subversivo” 69. Sin embargo la realidad puede anular la ideología, ya que ésta puede perder la autoridad en función de una lógica propia de la realidad 70. La Perestroika es un ejemplo de esto, ya que el crecimiento del poder militar soviético no podía ir más allá de su capacidad económica, en un mundo en el que los poderes emergentes reorientaron las relaciones hacia ventajas competitivas de carácter económico (v.gr.: Japón, la UNIÓN EUROPEA (UE), Alemania Federal, hoy Alemania unificada). Dentro de este mismo esquema está encuadrado el EUA de Reagan que, si no acordaba con la URSS en Reikjiavic (1985) el desarme, comprometía más de lo que ya estaba la economía norteamericana 71 en la pugna con la URSS 72 en la “guerra de las galaxias”. La ventaja norteamericana sobre los soviéticos, estuvo en que contó con todo el bloque occidental como “colchón” -basado en el manipuleo de la tasa de interés, especialmente a partir de la declaración de inconvertibilidad del dólar en oro por parte de Nixon en 1971- para solucionar sus problemas económicos (financieros); “colchón” con el que no contó la ex URSS. Desde una perspectiva ideológica, en el mundo sólo hay espacio para uno, y el otro debe desaparecer (en el mundo bipolar 1945/47 los '80s: o EUA o la URSS, los dos juntos no) o ser destruido 73. Desde una perspectiva política, las alternativas son múltiples y no tan tajantes. Ejemplo de ello, fue el mundo multipolar de 1815 a 1914, o el que se está perfilando actualmente, mediante una “Tríada”, centrada no en el factor ideológico (que existe pero es de prioridad secundaria) sino en la competencia económica y especialmente científico-tecnológica. Si se da una dicotomía entre ideología y realidad 74, aquella comienza a erosionarse y a perder su autoridad. Sólo puede sostenerse a través de la coerción; pero cuando esta última también se debilita, entonces se da lugar a las “fuerzas centrífugas” que provocan una “atomización” de las unidades anteriormente reprimidas, como ocurrió con la URSS, que terminó “explotando” en 1991. EUA ha demostrado dirigir sus recursos a la conformación de una “ideología universal”, en contraposición con los intereses similares de la URSS; y para ello, ha llegado incluso a intervenir en los asuntos internos de otros Estados, aduciendo defensa de los ideales de universalismo democrático, privando de la libertad de autodeterminación a otras naciones. Habría que ver hasta qué punto, la ideología liberal-capitalista, perdura frente a una realidad que, a diferencia de lo que se declama -particularmente a partir de la desintegración soviética-, muestra importantes retrocesos sociales y una profundización de la brecha, entre lo que se ha denominado desde hace décadas, el “Norte” y el “Sur”. Por el momento, el poder, en términos globales, se orienta en el sentido de la ideología vigente, con el agravamiento de que el transnacionalismo ha superado largamente al nacionalismo que, de todas formas sigue estando presente. Mientras la tendencia global se orienta hacia la integración, hay gran cantidad de países que se están desintegrando -proceso de fragmentación-. Mientras algunos países se preocupan por alcanzar determinado desarrollo económico o tecnológico, hay algunos que todavía no han superado sus conflictos territoriales, típicos del siglo XIX, aún pese al subdesarrollo y la pobreza en el que están sumidos y que deberían intentar resolver prioritariamente. Esto resulta de que hay sociedades que se encuentran en el siglo XXI, otras que continúan en alguna etapa del siglo XX y algunas aún no han salido del siglo XIX o XVIII. Hay muchos países -desarrollados y subdesarrollados- en los que conviven las tres. No sólo los Estados están sometidos a cambios por el desarrollo tecnológico y la transnacionalización; también los actores transnacionales corren peligros. La incorporación de tecnología informática en el sistema bancario, amenaza con desplazar a los bancos mismos, ya que el usuario podrá servirse de manera directa. Las compañías de software podrían ofrecer servicios de finanzas personales y de transacciones 75. EL USO INTERNACIONAL DE LA FUERZA COMO GENERADOR DE PODER Las fuerzas armadas, en el contexto militar, están vinculadas con la “amenaza”, la “disuasión” y la “guerra”. En todos los casos, con el objeto de influir en la conducta del oponente, o para alterar o preservar el status quo. Las fuerzas armadas de por sí, no son sinónimo de poder militar. Ellas son un elemento para alcanzarlo. Son el medio para alcanzar tal poder en una situación particular en el que su empleo o amenaza de empleo, resulta en coerción o en la defensa o modificación del status quo. Muchas variables intervienen en todo intento por alcanzar poder efectivo 76. Hay un camino adicional en el cual las fuerzas armadas, o la fuerza militar de una Nación puede producir poder. Cuando el Estado “A” no escoge o aún considera una política que, su temor, podría derivar en la respuesta militar por parte del Estado “B”. Aún cuando el Estado “B” no haga nada en este caso, su capacidad militar reputada y voluntad para usar la fuerza ha sido, no obstante, efectiva en restringir las alternativas de “A” para la acción. Esta reputación y voluntad pueden ser políticamente efectivas 77. La amenaza envuelve riesgos, incluyendo el riesgo del desafío o del contra-ataque por parte del Estado objeto o por terceros Estados. VIGENCIA DE LOS OBJETIVOS QUE DESENCADENAN EL USO DE LA FUERZAAlgunos de los objetivos, que tradicionalmente eran considerados importantes para ir a la guerra, hoy han perdido interés 78. 1) Anteriormente eran considerados como puntos importantes para la guerra, los siguientes: El deseo de conquista territorial ha sido el motivo más poderoso para el uso de la fuerza a través de la historia. Razones de economía o de seguridad están entre los principales factores que han empujado a los gobiernos a conquistar o defender un territorio. Previo a la Revolución Industrial, una expansión de las posesiones territoriales, significaba más control sobre la mano de obra y los recursos naturales, fuentes de aprovisionamiento, mercados y lugares para inversión. En décadas recientes, las élites han comprendido gradualmente, en gran parte, como resultado de la economía moderna y la educación, que la principal fuente del bienestar nacional es en última instancia doméstica; por ejemplo, ahorro, inversión, progreso tecnológico y el mejoramiento de los recursos humanos. A la vez, proteger los recursos naturales del daño ecológico. También comprenden que el comercio internacional y las inversiones no requieren de un control territorial. Hay un orden económico internacional -más allá de lo justo o injusto del mismo- que fomenta tal intercambio. Ejemplo de ello, son Suiza, Japón, Alemania, Suecia. Hasta no hace mucho tiempo, la expansión y el control territorial también eran consideradas desde el terreno de la seguridad 79. La expansión territorial significa más población, acceso seguro a recursos naturales y alimentos, que no pueden ser cortados en tiempos de guerra, y más espacio que el enemigo tiene que cruzar con el fin de alcanzar los centros de poder vulnerables 80. Hoy en día, la población constituye un poder, más que por la cantidad o por su utilización militar, por su habilidad, por el desarrollo científico, intelectual, técnico y de creatividad. La dependencia de recursos extranjeros durante una guerra, es importante, sólo si la guerra se extiende en el tiempo; pero aún así, existe una creciente diversidad de posibilidades de aprovisionamiento 81, incluso en forma artificial, merced al surgimiento de los “nuevos materiales” que reemplazan a gran cantidad de recursos naturales en forma más eficiente, así como a la biotecnología que puede producir alimentos -y otros productos- en laboratorio. Y en lo que hace a la seguridad territorial para evitar que el enemigo se encuentre cerca de los centros de poder vulnerables, el desarrollo de tecnología misilística 82 muestra que el alcance ha crecido, no en proporción al territorio ocupado, sino al desarrollo tecnológico. 2) En la actualidad provoca desarrollo armamentista 83: a) los conflictos ideológicos; b) la unificación o la liberalización étnica; c) los objetivos de establecimiento, mantenimiento o modificación del orden mundial; d) las disputas sobre el establecimiento de fronteras o disputas territoriales (caso de Israel y el mundo árabe, y gran cantidad de países latinoamericanos; incluso el caso de Rusia y China o las Islas Kuriles entre Rusia y Japón; etc.); e) las guerras civiles y la intervención por parte de actores extraños en las mismas, con el objeto de apoyar o derrocar régimenes políticos (hay numerosísimos ejemplos sobre este caso; entre los más recientes, el caso Nicaragua con la “contra” y la presencia de tropas norteamericanas en bases en Honduras; el apoyo de EUA en el conflicto de El Salvador; la intervención de EUA en Panamá para derrocar un gobierno que había sido anteriormente utilizado por el gobierno norteamericano; la cantidad de casos que tienen que ver con el apoyo de la ex-URSS y Cuba en Africa; etc.); f) Una combinación de los objetivos anteriores. EL VALOR DECLINANTE DE LA FUERZA MILITAR Las Relaciones Internacionales han venido experimentando -y aún continúa-, una transformación revolucionaria. 1) El balance de terror nuclear -vigente durante la guerra fría-, que se presumía que producía una seguridad estable, no puede utilizarse en gran escala entre Estados poderosos. Más aún, no puede utilizarse para generar “obediencia” en los países periféricos 84. 2) Las sociedades en general -aunque los gobiernos actúen de manera diferente-, se encuentran preocupadas en resolver sus problemas domésticos económicos y sociales, de cuya solución depende el bienestar nacional -o evitar crisis sociales inmanejables, aún con la represión-; por lo que los presupuestos nacionales no pueden orientarse de la misma manera en que lo hacían con anterioridad hacia el desarrollo militar. La forma en que países como la ex-URSS han entrado en una crisis que implicó su descomposición imperial y un gran atraso frente a otros Estados como Alemania o Japón, constituye un ejemplo contundente. También lo es el gran retraso económico y tecnológico de EUA provocado por el empecinamiento militarizante de gobiernos como el de Reagan y Bush. Ejemplos múltiples lo ofrecen países del Tercer Mundo gobernados por dictaduras militares o civiles, impuestas o apoyadas por EUA o la ex-URSS, cuyo alto índice de represión para mantener un orden y favorecer los intereses económicos y de seguridad de las potencias hegemónicas, sumió a estos países en el mayor atraso social, económico, tecnológico, etc. 3) La creciente y acelerada interdependencia internacional, especialmente en el terreno económico, es acompañada por el vigoroso crecimiento de fuerzas transnacionales y organizaciones, incluyendo corporaciones multinacionales; que disminuye la primacía de los gobiernos en las relaciones mundiales en favor de los actores privados, reduciendo en gran medida la importancia de las fronteras territoriales. El clásico Estado-Nación basado en la soberanía militar, es crecientemente influido y dominado por aquellas fuerzas, a tal punto que hoy debemos replantearnos la definición de soberanía y todo lo que la acompaña y compone, como el concepto de seguridad, por ejemplo. 4) Los temas y problemas internacionales, están cada vez más vinculados con lo económico, social y ambiental, que genera negociaciones en las que el poder militar es irrelevante. Están más sujetas al poder económico internacional, y requiere un creciente manejo por autoridades e instituciones que trascienden las fronteras nacionales 85, no sólo como los organismos internacionales o los sistemas de integración, sino también las Organizaciones No Gubernamentales (ONG's) que crecientemente se ocupan de los intereses de grupos sociales, más allá del Estado al que pertenezcan y en creciente reemplazo de éste, que cada vez -merced al predominio del neoliberalismo- se retrotrae de sus funciones para con la Nación. El mundo, acorde con estos conceptos, está siendo reformulado por fuerzas y visiones que generan nuevas formas de vida y relacionamiento 86. Esto no significa que los conflictos se han terminado; ni siquiera que el desarrollo militar está próximo a desaparecer. El hecho de que hayan habido cambios en los causas de los conflictos, no modifica la raíz esencialmente conflictiva de las relaciones sociales, por ende, de las Relaciones Mundiales. De la misma manera, la tesis que sostiene que la creciente interdependencia internacional y el crecimiento de los actores transnacionales y las instituciones, amenazan la existencia del Estado 87, tienen tanto de cierto como de postura ideológica. Si uno se ubica en la década de los '70, los países del Tercer Mundo tenían mayoría de gobiernos que promovían el fortalecimiento del Estado, turnándose desde ya, con gobiernos que eran impuestos por las potencias hegemónicos, y que hacían que los Estados fueran manejados en función de sus intereses económicos y de seguridad, aunque esto no apuntaba al debilitamiento del Estado como tal. Igualmente en la actualidad, se observa que, aún en el mundo industrializado, la población demanda una mayor intervención de su gobiernos en temas en los que tiene que ver el rol del Estado, pese a que se propone a los países periféricos que abandonen esos temas y los dejen en manos del sector privado en aras de una mayor eficiencia y de una disminución de los déficit fiscales. No cabe duda, que este fenómeno no indica que el mundo va hacia la desaparición del Estado -en última instancia hacia la transformación del mismo-, sino que el sistema mundial incorpora nuevos actores -o emergen en él- (no estatales) que compiten buscando la mayor ventaja para sí, lo que en el juego natural de las relaciones implica la búsqueda del debilitamiento de los otros actores 88.
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© DALLANEGRA PEDRAZA, Luis, El Orden Mundial del Siglo XXI, (Buenos Aires, Ediciones de la Universidad, 1998) ISBN: 950-99572-9-1
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